La creciente demanda de energía renovable en Europa ha llevado a impulsar proyectos solares y eólicos a gran escala en el norte de África. Si bien estos proyectos pueden traer beneficios económicos a la región, también plantean importantes riesgos ambientales y sociales.

Europa ha convertido su reciente crisis energética en una revolución de energía limpia, que sin dudas ha sido influenciada por el conflicto en Ucrania. Un ejemplo de lo anterior es que el uso de gas natural ruso en la Unión Europea se ha desplomado desde un 40% aproximado a un poco menos del 13% entre 2021 y 2022, informa el medio de noticias sobre petróleo y gas, energías alternativas y geopolítica OilPrice.

Aunque la rapidez con que la UE ha podido cambiar las fuentes energéticas en su matriz se debe principalmente a que han vuelto intensivamente a utilizar el carbón —el 2023 ha sido el año de consumo más alto del que se tiene registro en Europa y en el resto del mundo—, a lo que se agrega un invierno inusualmente suave y un aumento del 24% en la producción de la energía solar. Sin embargo, los países europeos auguran que con el aumento masivo de las inversiones en energías limpias y la promulgación urgente de medidas políticas se podrá acelerar de manera efectiva la transición hacia la energía verde.

Por otra parte, el año pasado, por primera vez en la historia, la energía solar y eólica representaron más consumo que el gas natural en la combinación energética general de Europa. El informe del Estado de la Unión Energética de 2022 de la Comisión Europea precisó que los nuevos incentivos están ayudando a las energías renovables a crecer masivamente.

Por ello, se prevé que la proporción de energías renovables en el sector eléctrico pase del 37% en 2021 al 69% en 2030, recuerda el medio.

Para que la Comisión Europea pueda cumplir con su acelerada transición energética, ha diseñado un ambicioso plan llamado REPowerEU, el cual también reacciona a la Ley de Reducción de la Inflación de la Administración Biden, que ofrece exenciones fiscales y subsidios sin precedentes a los productores de energía limpia en Estados Unidos.

No obstante, la expansión de los parques solares y eólicos a gran escala se enfrenta a problemas relacionados con el uso de la tierra, causando estallidos de disturbios civiles y litigios por el traslado de estos proyectos a áreas rurales de Europa, se precisó en Oilprice. En este sentido, los desarrolladores de energía limpia están buscando instalarse en el norte de África, región favorecida con áreas menos pobladas, clima árido y soleado para sus grandes y ambiciosos planes.

Los paneles generadores en la región africana puede proveer de hasta tres veces más energía que en la zona europea. Por la rentabilidad del proyecto es que los europeos pretenden que esta energía se pueda canalizar de regreso al continente europeo a través de enormes cables intercontinentales submarinos.

Aunque estos proyectos tiene algunas ventajas obvias —Europa necesita energía y el Norte de África necesita estímulo económico—, también tiene algunos inconvenientes muy graves con trasfondos familiarmente imperialistas.

"Por un lado, por mucho que el norte de África necesite inversiones e industria para impulsar su economía, también necesita desesperadamente energía. De hecho, según informaba recientemente el portal Yale360, ya hay importantes proyectos de energías renovables en marcha en la zona, concebidos para alimentar las redes africanas y reducir la huella de carbono de la propia región, pero esta producción prevista se desvía cada vez más hacia los mercados europeos".

Sin embargo, según estima OilPrice, traer proyectos como este hacia África significa que inevitablemente se producirán grandes alteraciones en la flora, la fauna y las poblaciones humanas donde se construyan estos parques solares y eólicos. Y es probable que estos proyectos se lleven a cabo "sin apenas consultar a las comunidades ni realizar evaluaciones ecológicas", advierte el medio. Aunque a menudo se presenta el África sahariana como un lugar vacío y desolado, "esto dista mucho de la realidad".


"El desierto es un ecosistema frágil lleno de pastores nómadas cuyas vidas y pautas de pastoreo se verán alteradas por la llegada de una industria energética a gran escala. Además, es probable que estos proyectos den prioridad al desarrollo en las zonas costeras más pobladas, donde el transporte será más fácil", reitera.

Algunos críticos sostienen que estos proyectos equivalen a una forma de "colonialismo verde" que explota los recursos africanos en beneficio europeo.

El cambio climático ya es un asunto con carga ética, ya que el primer mundo ha creado casi todas las emisiones de gases de efecto invernadero que ahora ponen en mayor peligro a los países menos desarrollados, y a África en particular.

"Empujar los controvertidos proyectos de energía verde fuera de nuestros patios y hacia los territorios de países con sistemas reguladores más débiles es una opción fácil, pero desde luego no es la opción moral", concluye.

Fuente: Sputnik

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